Agroquímicos y derechos humanos

12.04.2021

Por Micaela Arcuci Lostri

Están en todos lados, en nuestra comida, en el aire, en la tierra y en el agua. Están presente en muchos de los ámbitos de nuestra vida cotidiana, pero poco sabemos sobre ellos. ¿De qué hablamos? De los agroquímicos. ¿Qué son? ¿Para qué sirven? ¿En qué nos afectan a nosotros? ¿Hay alternativas?

En nuestro país hace años se debate judicialmente cómo, dónde y en qué cantidad aplicarlos. Pero primero...¿Qué son? Son sustancias sintéticas que se usan para prevenir, repeler, eliminar o controlar cualquier plaga de origen animal o vegetal durante la producción, almacenamiento, transporte y distribución de productos agrícolas. Pueden ser pesticidas, plaguicidas, herbicidas o fungicidas.

Según el Centro Latinoamericano de Investigaciones Agroecológicas, en todo el mundo se utilizan 2300 millones de kilogramos de pesticidas al año. De esa cantidad, menos del 1 por ciento alcanza las plagas objetivo. La mayoría termina en los sistemas de suelo, aire y agua.

Constantemente estamos expuestos a agroquímicos. Estamos en contacto directo con ellos, a través de contacto dermal, ingesta o por inhalación. Hoy en día podemos afirmar que todo niño en el planeta está expuesto a pesticidas desde la concepción, a lo largo de su gestación y hasta la lactancia sin importar cuál fue su lugar de nacimiento.

¿Su uso tiene algún impacto en nuestra salud? De hecho sí. El impacto de los agroquímicos sobre la salud humana puede ser producto de una única exposición a altas dosis, como también de exposiciones por largo tiempo, aunque los niveles de exposición sean bajos. Los problemas de salud ocasionados pueden emerger muchos años luego de una exposición crónica a bajas dosis. Debido a sus componentes, los agroquímicos, pueden tener efectos cancerígenos, neurotóxicos, mutagénicos, e incluso pueden alterar el funcionamiento endócrino y reproductivo.

Según la OMS algunos agroquímicos como el glifosato, diazinón, malatión, paratión y los insecticidas tetraclorvinfos son posibles agentes cancerígenos. Es importante recalcar que hay pocos estudios acerca de enfermedades relacionadas con la exposición a agroquímicos por largos periodos de tiempo, sin embargo, los estudios realizados hasta ahora coinciden en el perjuicio que ocasionan en nuestra salud. Es urgente que se sigan realizando estudios para poder tener mayor conocimiento.

Uno de los casos más emblemáticos en nuestro país es el de Monte Maíz, Córdoba donde 1 de cada 3 vecinos fallece de cáncer. Los abortos espontaneos de la zona superan hasta 3 veces la media nacional. Mientras que las malformaciones congénitas son 72% más frecuentes que en el resto del país. Allí la población registra el triple de casos de colagenopatías que son enfermedades inflamatorias autoinmunes. En esa zona hay gran cantidad de contaminación aérea por acopios de cereales en el centro del pueblo, también se encontraron pesticidas en las calles y depósitos de plaguicidas a escasos metros de las viviendas de los habitantes.

En una misma línea, en el año 2016, la Red de Médicos de Pueblos Fumigados denunció un aumento del 350% de mortalidad por casos de cáncer en poblaciones rurales cercanas a cultivos transgénicos relacionado con el uso del glifosato.

¿Qué ocurre en nuestro país con los agroquímicos? Según la Sociedad Argentina de Apicultores (SADA), nuestro país se encuentra en el top 5 de los países que más agroquímicos utiliza. En Argentina se aplican 500 millones de litros de plaguicidas e insecticidas al año, aproximadamente, unos 11 litros por habitante.

No es un problema exclusivo de las zonas rurales. Según la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y el CONICET las lluvias en todo el país presentan un alto porcentaje de glifosato y alanina. Sin más, 6 de cada 10 verduras compradas en distintas verdulerías en CABA presentaron restos de agroquímicos. Por ejemplo, según analisis del INTA y el CONICET, 8 de cada 10 peces en la Provincia de Buenos Aires pueden tener hasta 5 tipos diferentes de agroquímicos.

En el 2018, el SENASA publicó los resultados de control de agroquímicos en los alimentos que habitualmente consumimos. En los resultados se demostró que en alimentos como la acelga se encontraron hasta 18 tipos diferentes de agroquímicos, incluyendo algunos prohibidos como DDT o ENDOSULFAN.

Por otro lado, según un informe realizado por el presidente de Red de Acción en Plaguicidas de América latina (Rapal) hay 107 productos agroquímicos que se utilizan en Argentina que están prohibidos o no autorizados en otros países.

Además del impacto que pueden provocar en nuestra salud, los agroquímicos tienen efectos en el cambio climático y contribuye en la pérdida de diversidad biológica.

Respecto al impacto que tienen en el ambiente, los agroquímicos ponen en riesgo la vida de las abejas y la cadena alimentaria. Debemos tener en cuenta que hoy en día el 70% de los alimentos que ingerimos dependen de la polinización. Con la expansión de la frontera agrícola en las pampas, van desapareciendo las flores silvestres que necesitan las abejas para sobrevivir.

Por otro lado, el uso de agroquímicos destruye la capa fértil del suelo, reduciendo su capacidad de retención de agua. Su uso excesivo también contribuyen en la destrucción de la capa de ozono.

Debemos tener en cuenta, que hoy en día incorporamos un factor muy importante que es el costo creciente. Es decir, que se necesitan mayores dosis y una mayor frecuencia de aplicación de agroquímicos debido a que los organismos han generado cierta resistencia.

Es importante destacar que en nuestro país no hay una ley que establezca los presupuestos mínimos y las condiciones en las que deban efectuarse las aplicaciones de productos fitosanitarios a nivel nacional. Cada provincia tiene su propia regulación de uso y empleo de agroquímicos.

¿Qué alternativas podemos encontrar al uso de agroquímicos? Una alternativa puede ser cultivar nuestros propios alimentos o apoyando a mercados de agricultores orgánicos o agroecológicos. Es más, según estudios realizados por técnicos del INTA, las producciones agroecológicas igualan y mejoran a las convencionales a partir del quinto año de trabajo. A su vez, como alternativa a los agroquímicos existen bioestimulantes, biopesticidas y bioelicitores que pueden realizar sus mismas funciones con un menor impacto en nuestra salud y nuestro ambiente.

Hoy en día es importante alejar las fumigaciones de los pueblos, aplicar mayor regulaciones al uso indiscriminado de agroquímicos y crear una frontera agroecológica que proteja a los habitantes.


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