Cambio climático, salud mental y políticas públicas

22.04.2021

Por Marcos Barata Cambria

El cambio climático impacta la salud mental de diversas maneras, directa e indirectamente, en el presente y en el futuro. Actualmente muchas personas se ven afectadas por el cambio climático, y el Estado puede hacer algo al respecto. ¿Por qué es importante crear políticas de salud mental teniendo en cuenta el cambio climático? ¿Cómo se deben desarrollar estas políticas para ser efectivas?

El cambio climático se refiere a una variación significativa en los componentes del clima cuando se comparan períodos prolongados, pudiendo ser décadas o más. Esto genera diversos efectos en el planeta tierra, como temperaturas altas, desastres naturales y falta de recursos naturales, afectando en muchos niveles a sus habitantes. Aquí es donde entra en juego la salud mental. La salud mental es un proceso dinámico que involucra la habilidad de una persona de pensar, aprender y vivir con sus propias emociones y reacciones. Se trata de alcanzar un estado de bienestar social, emocional y espiritual.

El vínculo entre salud mental y cambio climático es poco investigado y escasea la bibliografía sobre el tema. Sin embargo, se conoce que de esta relación surgen dos tipos de reacciones que tienen las personas ante los eventos de la coyuntura climática: específicas y no específicas. Es pertinente hacer un breve paso por ambos tipos para comprender cómo se ve afectada la salud mental y qué se puede hacer al respecto.

Las reacciones específicas del cambio climático se pueden dividir en: violencia causada por altas temperaturas, ansiedad climática, eco parálisis, solastalgia y duelo ecológico; sin embargo, aquí sólo desarrollaremos la ansiedad climática, al tratarse de un "concepto paraguas" que contiene otras reacciones. La ansiedad climática está comprendida por consecuencias emocionales negativas asociadas a la percepción del cambio climático: esto es, la gente teniendo conciencia sobre el problema sin estar asociado a experiencias personales específicas. La ansiedad en sí es un proceso fundamental de adaptación, ya que al conllevar emociones negativas hacia el futuro, puede llevar a la preparación apropiada adaptativa ante posibles circunstancias o precauciones ante posibles amenazas. El problema está cuando la ansiedad se torna maladaptativa y no se puede salir del estado de preocupación, tornándose crónico. Es por esto que se recomienda enfocar la ansiedad climática hacia la acción, incentivando el activismo para lograr un cambio permanente.

Por otro lado, las reacciones no específicas del cambio climático incluyen los desastres naturales y las migraciones climáticas. Los desastres naturales tienen efectos indirectos en las personas que los experimentan: estrés post-traumático, pérdida de familiares y del hogar, y hasta incluso pueden llevar al suicidio. Por su parte, las migraciones climáticas son cuando las personas se ven obligadas a desplazarse por el hecho de que su lugar de residencia ya no es habitable por razones climáticas, lo que puede generar estrés y ansiedad.

Es importante aclarar que tanto las reacciones específicas y no específicas son completamente normales de tener ante la magnitud de los eventos y de la coyuntura climática que estamos viviendo, por lo tanto no hay que estigmatizarlas. El problema comienza cuando estas reacciones no se pueden controlar y se vuelven crónicas, por lo que es sumamente recomendable acudir a un especialista y actuar al respecto lo antes posible.

Ahora, ¿qué es lo que puede hacer el Estado para evitar que la salud mental se vea afectada por el cambio climático? Primero, la solución obvia, asumir compromisos y llevarlos a cabo para reducir los efectos del cambio climático lo más rápido posible. Al reducir los efectos, se reducen las reacciones negativas ante estos, por lo tanto se reduce el impacto en la salud mental. Sin embargo, esto puede no ser suficiente, ya que los cambios que pueden provocar estos compromisos son a largo plazo. Se necesitan medidas que actúen en el momento. Aquí entran las políticas de salud mental.

Según la OMS, una política de salud mental es "un conjunto organizado de valores, principios y objetivos para mejorar la salud mental y reducir la carga de trastornos mentales de la población". Este tipo de políticas dan a la salud mental una prioridad acorde con la carga de enfermedad que representa y mejoran los procedimientos para desarrollar actividades y servicios de salud mental. Es importante a su vez que se desarrollen intersectorialmente, abarcando todas las áreas del Estado. La aplicación de estas políticas tiene una serie de beneficios: alivio de síntomas asociados a los trastornos mentales; mejora del funcionamiento en diversas áreas; incremento de la productividad; mejora en la calidad de vida de las personas; prevención de discapacidades psicológicas y sociales; y reducción de la mortalidad. Estos resultados positivos deberían ser incentivo suficiente para la aplicación inmediata de este tipo de políticas. Ahora, ¿cómo se lleva a cabo un enfoque ambiental en políticas de salud mental?

Al realizar políticas de salud mental incluyendo la problemática ambiental, hay distintos puntos clave que se deben tener en cuenta. Se deben desarrollar y testear estrategias para promover la lucha contra el cambio climático, asegurarse de incluir a todxs lxs actores atravesados por la problemática y escuchar a las minorías, que son las más afectadas. El Estado debe investigar y comprender la relación específica entre cambio climático y salud mental para involucrarla en sus políticas. Se debe trabajar y promover la adaptación y mitigación de las reacciones psicológicas relacionadas con el cambio climático. Por último, es importante involucrarse en proyectos internacionales que traten la temática.

Es importante incentivar la investigación y la información de la vinculación entre salud mental y cambio climático, ya que mucha gente sufre alguna de las reacciones anteriormente mencionadas sin saber su significado. Los Estados deben encargarse de involucrar este problema en sus políticas de salud mental con información clara y con suma responsabilidad para que las políticas tengan el éxito que necesitan. El problema de la salud mental es fundamental y cada vez gana más reconocimiento; de todas formas, es necesario luchar para que se implementen las políticas necesarias y para desestigmatizar a los que padecen cualquier tipo de enfermedad mental.



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