Desacuerdo: Rancière, calor y tensión

08.02.2023

Por Micaela Arcuci Lostri

Hace calor, no tenemos paciencia. Cumplimos 40 años en democracia. Pasan cosas, pasan muchas cosas...

Jacques Rancière, filósofo francés, nos habla de aquello que constituye al momento de lo político: el desacuerdo. Describe al desacuerdo como una tensión que no se puede resolver, es decir, que siempre va a estar disputandose. Concretamente lo define como un momento en el habla el cual nos entendemos y al mismo tiempo no, y esto no ocurre por decir cosas diferentes, sino porque decimos lo mismo, pero con diferentes significados. Básicamente, nos entendemos en un sentido lingüístico, pero no en cuanto a representaciones. Entonces...¿Qué da lugar a este desacuerdo? La ausencia de un fundamento último y definitivo.

Todos queremos que nuestra visión prevalezca y nuestro significado prime por sobre el resto, pero no es una tarea sencilla. Por ejemplo, para alguien la "justicia" puede ser que cada ciudadano cargue un arma y ejerza justicia por mano propia, mientras que otras personas difieren de esa concepción. Constantemente buscamos convencer al otro al intentar consumar acuerdos o consensos, pero no es más que un ejercicio de fuerza circunstancial. Podemos construir fundamentos precarios, como pueden ser las leyes o las instituciones, pero eso no resuelve la tensión y está bien porque lo importante es que sea canalizada

Rancière desarrolla su argumento en torno a la democracia, nos invita a repensarla, ya que reconoce su valor e importancia. En la democracia hay un lugar para que la tensión entre los diferentes argumentos se exprese y canalice, por eso es tan importante defenderla. En Argentina este año cumpliremos cuarenta años de democracia ininterrumpida. La democracia es con todos, nadie debe quedarse fuera de la discusión, debemos escuchar a todas las partes. Retomando a Rancière, el la caracteriza como un colectivo de iguales, donde básicamente se puede ver reflejado el desorden de los deseos populares.

El desacuerdo no es únicamente constitutivo de la política, sino de todos los vínculos, con amigos, familiares, parejas, siempre buscamos resolver una tensión irresoluble para entendernos. Cuando hablamos construimos un mundo y disputamos significados. Tanto en nuestros vínculos con los otros como en la democracia, es fundamental escuchar lo que tiene para decir el otro. Sin embargo, tenemos que aprender a convivir con el desorden y a quererlo un poco. En definitiva, el orden de una comunidad se construye conflictivamente, con todos.

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