España: Panorama para el 23J, ¿tiene opciones Pedro Sánchez?

01.06.2023
La elección resultó en una dura derrota para el presidente Pedro Sánchez.
La elección resultó en una dura derrota para el presidente Pedro Sánchez.

Este 28 de mayo, unos 35 millones y medio de españoles fueron llamados a las urnas para renovar un sinnúmero de cargos municipales, así como doce de sus diecisiete parlamentos autonómicos. El resultado, una dura derrota para la coalición progresista gobernante, encabezada por el presidente Pedro Sánchez, que forzó el adelanto de las elecciones generales para el 23 de julio. ¿Qué puede pasar? ¿Qué sigue ahora?

Al final, el conservador Partido Popular (PP) consiguió un triunfo estrecho pero notable con un 31.5% de los votos en todo el país, un repunte de más de nueve puntos con respecto a las elecciones de 2019. En segundo lugar se ubicó el partido del presidente Sánchez, el socialdemócrata Partido Socialista Obrero Español (PSOE), con un 28.1% de las preferencias. Tercero, con una irrupción fuerte, se consolidó como tercera fuerza la formación de ultraderecha nacionalista Vox con algo más de un 7.2%. Un resultado que, si bien no es muy alto, es destacable en una elección donde primaban la popularidad de alcaldes establecidos, los movimientos regionales más enfocados a cuestiones locales y los aceitados aparatos del bipartidismo tradicional.

La elección marcó un durísimo revés para el gobierno de Pedro Sánchez, encabezado por el PSOE pero integrado también por la formación de izquierda populista Podemos, sus aliados de la Izquierda Unida y otras fuerzas. Fue precisamente el derrumbe de estos aliados, que se vieron fuera de varios ayuntamientos y parlamentos autonómicos al no superar el umbral del 5% de los votos, lo que precipitó en mayor medida la derrota del oficialismo, que resistieron en algunos lugares muy puntuales pero, ya fuera por notorias hemorragias de votos o por verse afectados por la división, han sufrido una irrefutable e histórica paliza.

En realidad, el PSOE como tal logró prácticamente su mismo resultado de 2019 (sólo decayó un punto respecto a entonces), pero con dos alicientes negativos: primero que el PP creció y le dio el sorpasso, y segundo que sus aliados de coalición salieran totalmente diezmados, en algunos casos viéndose fuera de legislativos locales clave. Su ausencia facilita que el PP y Vox sumen mayorías y arrebaten al partido gobernante el control de muchísimos gobiernos. Se salvaron más que nada los partidos regionales, que también sirven como base de apoyo al gobierno (la Esquerra Republicana de Cataluña, Compromís en la Comunidad Valenciana o Más Madrid en la capital), pero su apoyo resultará insuficiente sin Podemos y de todas formas experimentaron fugas notables de votos.

Las municipales modificaron totalmente el discurso político. Frente al golpe electoral y la posibilidad de una campaña de desgaste de seis meses frente a una derecha triunfadora, Sánchez anunció el mismo 29 de mayo la convocatoria anticipada a elecciones generales, que tendrán lugar el 23 de julio, cuando se pasó toda la legislatura asegurando que esta se completaría en su plazo estipulado, y que las elecciones se realizarían en diciembre.

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo (centro), junto a la presidenta de Madrid Isabel Díaz-Ayuso (izquierda).
El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo (centro), junto a la presidenta de Madrid Isabel Díaz-Ayuso (izquierda).

Por su parte, la oposición al alza en las encuestas pasó de exigir rutinariamente el adelanto electoral a hacer de la protesta contra el adelanto su principal discurso de campaña, sabedores de que deberán afrontar un proceso ajustado y ante un electorado cansado de concurrir a las urnas, en una temporada de mucho calor como lo es el verano.

Cualquiera pensaría que, frente a la hecatombe del domingo, anticipar las elecciones sería un error, y que lo preferible sería aprovechar al máximo los seis meses de mandato que quedaban para intentar acortar la distancia. Sin embargo, un análisis detallado del clima político da a entender que quizás el adelanto sea la última bala en el cartucho para el gobierno de Sánchez.

Las fuerzas a la izquierda del PSOE se enfrentan a un profundo proceso de redefinición de cara a las generales que no llegó a concluir a tiempo para las municipales. La intención de voto elevada para la exministra de Trabajo y vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, permitió el surgimiento de un nuevo liderazgo. Díaz estableció entonces su movimiento, Sumar, con miras a unificar al espectro de la izquierda de cara a las generales.

Sin embargo, la marca "Sumar" ha enfrentado una dura resistencia por parte de Podemos, mayor exponente del ascenso electoral de la izquierda en 2015 que llega a la década de 2020 cada vez más venido a menos, pero cuyo aparato y convocatoria resultan en última instancia imprescindibles para que el nuevo bloque tenga éxito electoral. Implicaría darle centralidad a un liderazgo por fuera de su partido, algo hasta ahora no contemplado, y en la persona de Díaz, con orígenes en el Partido Comunista. No obstante, si la fatal derrota del domingo no terminaba de convencer a Podemos de "sumarse", la convocatoria adelantada (que deja a los partidos con nada más que unos pocos días para conformar sus listas) debería dar el impulso final.

De no lograrse, toda expectativa de reelección para el gobierno actual se derrumbaría. La unidad es clave no solo para evitar la dispersión de votos, sino por el sistema electoral español. Aunque España emplea un sistema proporcional, solo dos circunscripciones (Madrid y Barcelona) tienen una cantidad significativa de diputados. En el resto del país se disputan cantidades acotadas de escaños (con promedio entre 5 y 7 y algunas solo con 3), y allí la división de los bloques en más de un partido beneficiará a los que tengan más votos por separado (a todas luces el PP y Vox) mientras que un exceso de concentración del voto de izquierda en el PSOE y la dispersión del resto de sus votos resultará fatal.

Cabe preguntarse, ¿tiene el gobierno de Pedro Sánchez, si se logra la unidad en el espacio a su izquierda, alguna chance de reelegir? La respuesta es que el panorama está muy complicado, pero que siempre hay chances.

En el panorama de la derecha tampoco todo es color de rosa (valga la contradicción). El PP llegará a las generales envuelto en una creciente interna entre su líder y candidato presidencial, Alberto Núñez Feijóo, apoyado en el sólido aparato del partido, y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz-Ayuso, con una intención de votos y una militancia mucho más fuertes. Aunque es probable que mantengan su estrategia de "frente unido" para las generales, las tensiones se mantienen. Las municipales no sirvieron para definir esta interna como se esperaba porque ambos dirigentes lograron sus objetivos: Feijóo consiguió que el PP (voto de Vox mediante) arrebatara al PSOE varias autonomías de peso, mientras que Ayuso logró una aplastante reelección en Madrid, con mayoría absoluta y ya sin depender de un Vox que se le mostraba cada vez más combativo.

Las municipales consolidaron a Vox, liderado por Santiago Abascal, como tercer partido más grande del país.
Las municipales consolidaron a Vox, liderado por Santiago Abascal, como tercer partido más grande del país.

El papel eventual que tendría la formación ultraderechista liderada por Santiago Abascal en un gobierno de Feijóo también es objeto de controversia. Dirigentes del PP salieron a los medios a días de las elecciones a remarcar las diferencias que tiene su partido como una formación conservadora europeísta frente a la retórica ultranacionalista en lo exterior y ultraliberal en lo económico que tiene Vox. Sin embargo, a día de hoy prácticamente no existe un sector interno importante en el partido azul que no reconozca que su única posibilidad de gobernar España es con los votos de Vox. La actitud de Abascal durante la campaña de las municipales, anticipando que actuarían hacia el PP en función de su fuerza parlamentaria y que se acabaron los "cheques en blanco" (investir sin reserva al candidato azul y dejarlo gobernar solo), da a entender que el espacio de color verde no toleraría verse fuera de la repartija gubernamental siendo el voto definitorio en una investidura.

El PP ha intentado por todos los medios evitar, por el impacto que tendría entre los votantes moderados, la llamada "foto con Vox" (en referencia a la foto que se toma de todo un gabinete junto luego de la formación de un gobierno local o nacional, y que en caso de conformarse una coalición con Vox inevitablemente incluiría a miembros del mencionado partido). El partido azul llegó hasta el absurdo de sugerirle públicamente al PSOE que se abstenga de votar en investiduras para dejarlo gobernar sin pactar con Vox, incluso en lugares donde el partido socialdemócrata fue la fuerza más votada.

A los pocos días de la convocatoria reapareció Macarena Olona, disidente del ala más "moderada" de Vox y exdiputada de Andalucía, anunciando la fundación de su propio partido, "Caminando Juntos". Se han hecho algunos análisis respecto a sus posibilidades y, si bien es una jugada arriesgada de su parte y podría verse fuera del Congreso, se considera que su perfil nacional le da para captar alguna intención de voto. Recordando lo del sistema electoral, los votos que saque en algunos distritos (independientemente de si son muchos o pocos) podrían marcar la diferencia para perjudicar a Vox. El domingo no solo hubo municipios y parlamentos autonómicos definidos por un diputado, sino también concejales y diputados autonómicos que se definieron literalmente por un voto.

Las elecciones de 2015, 2016 y abril y noviembre de 2019 demostraron que los aparatos del PP y el PSOE siguen resistiendo el embate de la crisis en el sistema de partidos, pero que las terceras fuerzas parecen tener una vida útil y depender de un electorado con un humor más volátil. Los derrumbes de Ciudadanos en 2019 y de Podemos este domingo deberían servirle a Vox como advertencia y no cometer algunos de sus mismos errores. En los dos anteriores casos, el ingreso de ambos partidos a las instituciones españolas por medio de coaliciones y pactos (a nivel autonómico y nacional), cuando hasta entonces se habían colgado más que nada del voto descontento con el sistema, fueron el punto de inflexión que inició sus declives. Ya hubo algunos distritos donde Vox ha perdido votos (si bien su resultado general fue muy bueno) y las encuestas no anticipan que su feroz ascenso de 2019 entre elección y elección se vaya a repetir.

Para concluir, hoy se cumplen cinco años de la histórica moción de censura que desalojó del poder a Mariano Rajoy y llevó a Pedro Sánchez a la presidencia. Nadie hasta ese punto habría cometido lo que por entonces era la insensatez de apostar por él. Venía de dos campañas en las que no se le consideró actor protagónico, en las que el PSOE estuvo a puntos de caer tercero atrás de la irrupción de Podemos, en las que se hablaba de Albert Rivera y Pablo Iglesias como los mayores oponentes a un Mariano Rajoy que, pese al derrumbe de sus apoyos, parecía imposible sacar de la presidencia por no haber otro escenario viable a su gobierno. Hoy Rajoy ya no es presidente, Rivera e Iglesias ya no están en el podio y sus partidos fueron derecho a la hecatombe electoral, Sánchez sigue gobernando y el PSOE sigue ahí. El escenario de cara al 23 de julio será arduo para Sánchez y su gobierno, pero después de todo lo ya visto, hoy la insensatez sería descartarlo.


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