La desigualdad climática

09.09.2021

Por Federico Pellegrino* y Gonzalo Álvarez Daniello*

La crisis climática es, sin duda, uno de los mayores desafíos de nuestro siglo. Pero, ¿alguna vez te preguntaste de qué manera repercute en la esfera económica y las desigualdades sociales?

En los últimos días el mundo entero se vio conmocionado por la publicación del sexto reporte del Grupo de Trabajo 1 del IPCC. El mismo no tardó en recorrer los portales de noticias con sus mensajes principales:

Incluso para quienes venimos escuchando las advertencias de la comunidad científica desde hace tiempo, este reporte fue impactante, sobre todo por su carácter de urgencia muy superior a los anteriores. Nos sitúa en un momento crítico, un punto de inflexión, y nos remarca que nuestro accionar actual definirá el clima del planeta para lo que resta del siglo, y en el contexto en que nos encontramos, cada décima de centígrado cuenta.

Mucho se habló ya sobre aumentos de temperatura, precipitaciones, sequías y eventos climáticos extremos, pero lo que no debemos olvidar ni dejar de lado tampoco son las severas consecuencias sociales, económicas y políticas que esta crisis conlleva. El cambio climático es el desafío más grande de nuestro siglo y lo que está en juego no son solo marcas en un termómetro, sino la vida tal y como la conocemos.

La magnitud de la problemática es tal, que el Foro Económico Mundial, el más representativo de las élites globales que nuclea a los líderes políticos, empresarios y académicos más importantes del mundo, elaboró en su informe anual un ranking de los riesgos globales más peligrosos según sus impactos. El primero de ellos: la falla de la acción contra la crisis climática, a la cual sigue, ni más ni menos, que la proliferación de armas de destrucción masiva. Dentro del "top 5", también se encuentran: pérdida de biodiversidad, eventos climáticos extremos y crisis del agua.

Los impactos socioeconómicos de la crisis climática son cada vez más claros, sobre todo porque ya estamos empezando a vivirlos. Como las inundaciones recientes en Alemania y Bélgica, que dejaron a comunidades enteras devastadas, con más de 200 muertos y cientos más de desaparecidos. O como las olas de calor y los incendios que azotaron en los últimos meses a Estados Unidos, Canadá, Grecia y Turquía, que también causaron la pérdida de cientos de vidas e incontables daños materiales, o los ocurridos en nuestro país en 2020 y 2021, que arrasaron con más de un millón de hectáreas de bosques, humedales y otros ecosistemas.

A su vez, las consecuencias ya mencionadas, y muchas más, generan migraciones forzadas. Un informe del Banco Mundial en 2018 calculó que para 2050 podrían existir alrededor de 140 millones de refugiados climáticos, convirtiéndose probablemente en la crisis de refugiados más grande de la historia.

Todos estos datos pueden parecer escalofriantes, y más si tenemos en cuenta que algunos efectos son irreversibles. Pero es importante remarcar que ni todas las personas nos beneficiamos de igual manera de este sistema, ni todas las personas somos igualmente responsables; y peor aún, la responsabilidad que tiene cada persona no es para nada proporcional a cuánto se ven perjudicadas.


Responsabilidades desiguales

A veces, frente a un problema, es difícil encontrar a los y las responsables; este no es el caso. Si sabemos que la emisión de ciertos gases a la atmósfera genera esta crisis, lo que tenemos hacer para saber quiénes son más responsables, es ver quiénes emiten más. Cuando tenemos en cuenta todas las emisiones acumuladas, la delantera la lleva EE.UU. con un 25%, al cual lo sigue la UE con un 22% y recién después de ella viene China con un 13%. Es decir, los primeros 3 actores son responsables de un 60% de las emisiones históricas. Mientras que desde América Latina sólo somos responsables del 3% de las emisiones, sin embargo no nos vamos a ver afectados de manera proporcional a lo que emitimos, y no solo eso, sino que además, quienes ya se "desarrollaron" (en términos económicos) contaminando más, están más preparados para enfrentar las consecuencias de la crisis.

Pero también hay algo que podemos observar dentro de nuestras sociedades, o aprender de economistas de primer nivel como Thomas Piketty, y es que desde 1980 la desigualdad no para de aumentar. Y esto se traslada también al cambio climático. Quienes tienen mayores ingresos pueden consumir más mercancías que tienen mayores impactos ambientales. No es lo mismo lo que contamina una persona en un barrio popular del conurbano que una de un barrio privado, porque la contaminación no es algo inherente a nuestra especie, sino más bien a cómo satisfacemos nuestras necesidades (sobre todo cuando algunas de ellas son creadas).

Pero para dimensionar la escala de tal desigualdad, observemos algunos datos. Un informe de OXFAM demuestra como el 1% más rico de la población fue responsable de más del 15 % de las emisiones acumuladas. Esto es más del doble de lo emitido por el 50% más pobre de la población. A su vez, el 10 % más rico de la humanidad generó el 52 % de las emisiones de carbono acumuladas.

Como ya nos enseñó la crisis sanitaria por el covid-19, o la crisis financiera del 2008, las crisis las pagan quienes menos tienen, y el cambio climático no es la excepción.

Si bien la crisis climática genera tragedias comúnmente llamadas "naturales", la forma en la cual nos afecta tiene muy poco de natural, y esto se debe a las desigualdades existentes, tanto en términos de responsabilidad como de perjuicio.

Para acercarnos a una solución real y práctica de esta crisis debemos entender que la culpa y la responsabilidad no se reparten de manera igualitaria, que no todos debemos hacer lo mismo.

Es verdad que si bien se trata de una crisis colectiva, no estamos todos y todas "en el mismo barco"; ya vimos que el barco en el que viaja el 50% más pobre está en problemas mucho más graves que el barco del 1% más rico, el cual todavía navega sin problemas.

Gracias a la ciencia, tenemos un panorama cada vez más amplio de uno de los problemas más significativos de este siglo. Ahora nos toca pensar y construir en conjunto las mejores soluciones para el mismo. Debemos apoyarnos en la acción colectiva, en la movilización social y en la difusión de información sobre el tema, para que militar el ambientalismo deje de ser un privilegio de clase, accesible solo a quienes pudieron tomarse el tiempo de informarse al respecto.

Pero como ya quedó demostrado, el cambio climático y sus consecuencias ya son una realidad, y la sufren millones de personas alrededor del mundo. Es por ello que, a la par que nos enfocamos en mitigar sus efectos futuros, debemos adaptarnos a los que ya estamos viendo. Y uno de los ejes más importantes a la hora de planificar políticas de adaptación, es abordar la crisis como una problemática social y tratarla como tal, de lo contrario, dejaremos atrás a millones de personas y nos alejaremos cada vez más de una sociedad justa e igualitaria.



*Federico Pellegrino es activista ambiental y estudiante de Ciencia Política en la UBA. Es coordinador del Departamento de Investigación y Política para la Sostenibilidad de Eco House Global y miembro de Alianza x el Clima.

*Gonzalo Álvarez Daniello es estudiante de Diseño Gráfico en FADU, UBA. Es fotógrafo y activista climático, y líder del Departamento de Comunicación de Eco House Global.


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